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Un ejercicio simple para vocalizar en oratoria

Si deseas ser un buen orador debes considerar que primero precisas ser comprendido. No sólo es necesario saber cómo expresar las ideas, también es fundamental expresarlas fonéticamente bien.

Si bien, la práctica y la exposición contínua a diferentes desafíos de ponencia oral te fortalecerán, es imprescindible que puedas grabarte y escucharte luego, preferentemente con auriculares, así tus oídos se agudizan a cualquier sonido extraño que se infiltre en tu pronunciación.

Por otro lado, puedes preguntar a terceros cómo ha resultado tu performance e incluso te ayudará mucho si escuchas a tu auditorio decir: “¿qué dijo?”, “¿lo puede repetir?”, “más despacio o lento por favor”. Ya que si tu equipo de audio, micrófono y sonido funcionan correctamente y tu sala posee una buena acústica, probablemente el problema sea tu vocalización o articulación de palabras.

vocalizacion

Para mejorar esto, al igual que para destrabar la lengua existen muchos ejercicios, podría recomendarte armar un listado de palabras raras o compuestas para que previo a tu oratoria, las leas como parte de un calentamiento de cuerdas vocales.

Puedes mover la mandíbula y lengua tanto como se te ocurra, pero el ejercicio es más simple que eso, ya que sólo con la declamación y con la LECTURA EXAGERADA de tu propio discurso, respetando pausas y signos de puntuación, escucharás cómo se debe pronunciar y te darás cuenta de cómo habitualmente lo haces. 

Aunque parezca obvio, si vas hablar recuerda abrir la boca y mover bien los labios, no mezquines tu voz, el otro no sólo quiere escucharte, también desea entenderte.

Lic. Guadalupe Ortellado.-

La pregunta guía en oratoria

Gran parte de los oradores, en sus comienzos, no sólo deben superar el temor a hablar en público, también deben enfrentarse con la posibilidad de las preguntas que pudiera hacer ese auditorio.

No hay mejor termómetro que la participación del público, por ello no debemos preocuparnos por las preguntas que pudieran surgir de nuestra exposición, más bien debemos alarmarnos si no las hay.

La ausencia de interacción es como presentar un menú y que el comensal no nos diga “ni rico ni desagradable ni muchas gracias”.

Sucede que, dicha situación desenmascara a quienes hablan sin saber. Si uno está seguro de lo que expresa (por estudio o experiencia) y a su vez transmite esa confianza, no pierde la autoridad ni al decir “puede que esté equivocado, pero esta es mi visión actual”.

Sin embargo, para quienes se encuentran dando sus primeros pasos en oratoria, existe una pregunta que guía el discurso, descubre opiniones particulares del auditorio e incluso se ahorra preguntas a mitad o final de exposición.

PREGUNTASYORATORIALa pregunta es tan simple como comenzar a hablar, preguntando “¿qué piensan o conocen de tal tema?”. A partir de las respuestas sabrás quiénes tienen un concepto formado y quienes nunca han tratado la cuestión. Al que conoce lo podrás actualizar, o bien compartir tu perspectiva y al que desconoce el tema podrás arrojar luz.

He aquí el truco, si arrancas de esta forma tu oratoria, promueves el debate y participación de tu público en los primeros minutos (e incluso media hora), por lo que posterior a ello, querrán escucharte lo que resta del tiempo sin interrupciones.

El discurso enlatado ya no sirve, si no respondes a las expectativas de tu espectador al que puedes conocer en la presentación de tu ponencia.

Lic. Guadalupe Ortellado.-