Si deseas ser un buen orador debes considerar que primero precisas ser comprendido. No sólo es necesario saber cómo expresar las ideas, también es fundamental expresarlas fonéticamente bien.
Si bien, la práctica y la exposición contínua a diferentes desafíos de ponencia oral te fortalecerán, es imprescindible que puedas grabarte y escucharte luego, preferentemente con auriculares, así tus oídos se agudizan a cualquier sonido extraño que se infiltre en tu pronunciación.
Por otro lado, puedes preguntar a terceros cómo ha resultado tu performance e incluso te ayudará mucho si escuchas a tu auditorio decir: “¿qué dijo?”, “¿lo puede repetir?”, “más despacio o lento por favor”. Ya que si tu equipo de audio, micrófono y sonido funcionan correctamente y tu sala posee una buena acústica, probablemente el problema sea tu vocalización o articulación de palabras.
Para mejorar esto, al igual que para destrabar la lengua existen muchos ejercicios, podría recomendarte armar un listado de palabras raras o compuestas para que previo a tu oratoria, las leas como parte de un calentamiento de cuerdas vocales.
Puedes mover la mandíbula y lengua tanto como se te ocurra, pero el ejercicio es más simple que eso, ya que sólo con la declamación y con la LECTURA EXAGERADA de tu propio discurso, respetando pausas y signos de puntuación, escucharás cómo se debe pronunciar y te darás cuenta de cómo habitualmente lo haces.
Aunque parezca obvio, si vas hablar recuerda abrir la boca y mover bien los labios, no mezquines tu voz, el otro no sólo quiere escucharte, también desea entenderte.
Lic. Guadalupe Ortellado.-