Archivo de la etiqueta: lenguaje corporal

¿Cómo debe ser el orador?

Para responder a este título es necesario despegarnos de todo estereotipo, porque de aferrarnos a ciertos modelos, podemos estar apagando nuestro micrófono a la oratoria y/o perdiéndonos la oportunidad de conocer eximios expositores.

disertanteMODELO 1: Antes se creía que, a mayor euforia mejor orador tanto es así que, quienes fueron espectacularizando la política, consideran que a mayor movimientos de brazos y recorrido de escenario, mayor convicción, mejor oratoria.

MODELO 2: En el otro extremo, algunos consideran que, cuanto más pausado sea el discurso, más culto es quien lo profiere. Asimismo, afirmaban que un orador “serio” debe ser objetivo hasta en su lenguaje gestual y mejor si se queda quieto detrás de un escritorio. Estos mismos, ponderan la vestimenta formal y el tecnicismo constante en la alocución.

Ciertamente, no pretendo echar por tierra los modelos anteriores, porque en algunas circunstancias y auditorios siguen funcionando. Lo óptimo es buscar el equilibrio para que, el del modelo 1 no se la pase gritando ni distraiga con movimientos corporales, y para que el del modelo 2 no aburra con sus silencios y tecnicismos.

En la búsqueda de ese equilibrio, la idea es abrir el abanico porque no hay modelos perfectos.

Cada quien es único, razón por la cual hará único a su discurso, lo que es algo supremo.

Si intentas ser copia, seguramente acabarás como una mala copia, mientras que el ser uno mismo trae resultados más enriquecedores.

En fin, que en tu discurso se note tu impronta, se trasluzca tu personalidad y carácter.

La autenticidad está relacionada a la felicidad y si eres feliz haciendo lo que haces, tu público jamás saldrá con las manos vacías.

Puedes guiarte de algunos parámetros para vestirte, hablar y/o manejar el escenario y público, pero es muy importante que seas completamente tú quien hace uso de la palabra.

Y si aún, quieres una respuesta a ¿cómo debe ser el orador? quédate con la siguiente:

“El orador debe ser empático”, debe ser capaz de ponerse en el lugar del otro, debe ser capaz de aproximarse a la realidad de su auditorio.

Un ejemplo cotidiano: “seguro que, no regresarás al comercio donde quizás no te saludaron, no te trataron bien o te fueron indiferente”. Bueno… considera lo mismo para la oratoria.

Te puedo garantizar que, no te vas a olvidar muy fácil de aquel orador que se tomó el tiempo para despedirte o darte la bienvenida con un beso, un apretón de mano o un “buenos días”.

Insisto, un discurso inolvidable es resultado de una personalidad memorable.

Lic. Guadalupe Ortellado.-

Una manera de aprender oratoria

 Si quieres aprender oratoria, fíjate cómo respondes a las siguientes preguntas. Si recuerdas las respuestas a cada una de ellas; si las mismas resultan afirmativas y si haces de éstas una práctica habitual, vas por buen camino.

¿Cuándo fue la última vez que fuiste a una charla? ¿Cuántos vídeos de oradores viste en YouTube este mes? ¿Cuál fue la última entrevista televisiva que miraste? ¿Cómo utiliza el lenguaje corporal tu jefe? ¿Recuerdas alguna anécdota personal que haya contado un profesor en clase? ¿Ves un acto político aunque no coincidas con su ideología?

oradoresPara ser un buen orador hay que saber observar y no sólo vídeos o documentales, es preciso participar de cuantas charlas te sean posibles, sean o no de tu área. Como lo decíamos en otro artículo, existen muchísimas capacitaciones gratuitas a las cuales puedes inscribirte, basta chequear los eventos de las redes sociales o sitios web como Evenbrite y filtrarlos por “gratuitos”.

Tu maestro de oratoria puede ser el mejor disertante de una conferencia, como así también el peor de esa misma reunión. Para ello deberás estar atento a su lenguaje corporal, a lo que dice y a cómo lo dice. Si está relacionado a tu campo laboral o de estudio, fíjate cuánto logra entusiasmarte. Si no está relacionado a tu área de interés, fíjate cuánto logras entender.

De lo bueno aprende y multiplica dando tu impronta. De lo malo aprende a no repetirlo.

 Por supuesto, si accedes a un congreso médico destinado exclusivamente a ese sector profesional, saldrás sin entender nada. Sin embargo, puedes familiarizarte con el ritmo y la cadencia que se usa entre los profesionales de la salud.

Al concurrir a una jornada de tu agrado, presta atención a las dinámicas que se emplea y si te sientes invitado a la acción: si levantas la mano, si participas y si transcurrido una semana o un mes la recuerdas, especialmente si aplicaste algo de lo aprendido.

Quien tiene la palabra justa es porque ha sabido escuchar, y quien resulta un buen orador es porque antes supo ser participante y observador.

Ser observador implica mirar con el ojo crítico y preguntarnos ¿cuánto de esto estamos haciendo? El lenguaje kinestésico como ser el recorrido del escenario del profesor ¿distrae, es equilibrado o revela autoridad? La proxémica o cercanía de un jefe ¿resulta avasallante o amistosa?, lo simbólico como el PowerPoint que utiliza un disertante ¿complementa o es ilegible?

Personalmente, siempre me costaron las matemáticas pero recuerdo que, con una maestra logré entender lo que tantas otras enseñaban en sus clases. Para poner ejemplos conocidos: historia argentina es para mí una materia densa de sucesos, personalidades y fechas, sin embargo es apasionante escucharlo a Felipe Pigna y lo mismo digo por Adrián Paenza y las matemáticas. Nunca fue el contenido, siempre fue el orador.

A continuación, para finalizar este artículo, una breve lista de oradores por donde puedes comenzar a agudizar “tu observación”, coincidas o no con sus ideas: Steve Jobs, Yokoi Kenji, Jürgen Klaric, Víctor Küppers, Titto Gálvez, Pilar Sordo. . .

Lic. Guadalupe Ortellado.-