Lejos de pensar hacia dentro, la dinámica en este caso consiste en mirar hacia fuera. El altruismo puede lograr fortalecer equipos de trabajo tanto como motivarlos a dar lo mejor de cada uno.
Si bien existe una gran variedad de técnicas para trabajar la motivación laboral, la clave consiste en conocer a los colaboradores o empleados para optar por la más adecuada.
Entendiendo al altruismo como la conducta humana que consiste en brindar una atención desinteresada al prójimo, la misma podría aplicarse mediante jornadas o campañas de solidaridad que organice la empresa o institución empleadora, por ejemplo para el día del niño o navidad, entre otras fechas.
Lamentablemente por descuido hay muchas relaciones socio-laborales desgastadas entre compañeros de una misma empresa, a tal punto que si se le pide a uno ayudar al otro, se resista o colabore “a medias”.
Cuando somos capaces de mirar más allá de “nuestro ombligo”, vemos otras realidades que necesitan pronto socorro y a las cuales se puede asistir con la unión de esfuerzos individuales.
Cierto es que, el altruismo procura el bien de las personas a costa del interés propio, lo cual podría ser descartado por el empleador. Sin embargo aquí, se pueden considerar jornadas de visitas a asilos de ancianos, o el simple hecho de invitar a los empleados a servir la leche en comedores comunitarios.
Así sean mínimas o no las inversiones económicas que requieran estas campañas, el verdadero empresario trabaja a futuro consolidando equipos de trabajo y transmitiendo socialmente una buena imagen institucional, más atractiva que cualquier spot publicitario de venta.
Indudablemente con pequeños actos personales de solidaridad podemos sentirnos un poco menos miserables, y si a esto le sumamos la común unión del trabajo en equipo, el esfuerzo de todas sus partes, tomaremos conciencia de que es necesario dar siempre lo mejor de cada uno, para que “todos tengan su vaso de leche”, sólo basta ponerlo en práctica.
Lic. Guadalupe Ortellado.-