Contrario a quienes piensan que: cuanto más improvisado más auténtico. El orador debe organizar su discurso, especialmente para evitar lagunas mentales o vacíos temáticos.
El fin de la organización siempre será reducir al mínimo todas aquellas situaciones, frases, respuestas o anécdotas con las que no se sienta seguro el orador.
Para esto, es necesario conocer días antes los perfiles del auditorio y sugerir que sus preguntas o consultas serán contestadas al concluir la charla.
Orador no es lo mismo que ser “hablador”, por eso si pretendes excelencia o profesionalismo, debes organizar tu speech y esto también implica que respetes los tiempos.
Nos quejamos de la impuntualidad y cuando debemos comenzar, esperamos por si llega más público. Damos así “un correctivo” a quienes llegaron puntuales: MAL. Y como arrancamos más tarde, también nos creemos con derecho a terminar más tarde: DOBLEMENTE MAL. No sólo desvalorizamos el tiempo que nos entregan nuestros asistentes, si no que le hacemos cargar el castigo a quienes cumplieron en tiempo y forma.
Lo ideal es una contemplación de cinco minutos, especialmente si en el medio de la charla gozarán de un descanso o break, con el cual también deberás cumplir, especialmente si tu público sabe del mismo.
Si en el programa que facilitaron al auditorio dice: break de 10 minutos a las 10.30 horas, el cerebro estará pendiente de ese descanso desde las 10.20 horas, y no resulta productivo ni eficiente que el orador lo suprima.
No olvides que, el respeto hacia el otro, implica respetar sus tiempos. Es más si quieres involucrarlo y hacerlo partícipe de cómo desarrollarás tu discurso, lo puedes hacer en tu introducción. ¿CÓMO?
Puedes exhibir tu organización, indicando que “la charla se apoya en cuatro pilares que desarrollarás durante la hora o minutos que te fueron designados. Antes del break explicarás dos y después los que te queden”, es sólo un ejemplo.
De esta manera, no estás entregando todo el material en tu introducción ni descuidando el factor sorpresa, simplemente estarás “vendiendo” los ejes temáticos de tu discurso. El público así, estará atento al eje de su interés, e incluso se concentrará para detectar si respondes a esa expectativa generada al comienzo.
¡Cuidado! con prometer desarrollar algo y luego no hacerlo, he aquí la diferencia entre ser un orador y ser un hablador.
ANÉCDOTA
En el 2018, recuerdo haber participado de una charla desarrollada por dos oradores en Córdoba, Argentina. En la mesa auxiliar, tenían una notebook la cual apuntaba hacia el auditorio. En ésta, podías ver sólo un enorme reloj digital descontando los minutos que les correspondían hablar a cada uno. Era tan buena su organización que nosotros (su público) salimos maravillados.
Lic. Guadalupe Ortellado.-