Una manera de aprender oratoria

 Si quieres aprender oratoria, fíjate cómo respondes a las siguientes preguntas. Si recuerdas las respuestas a cada una de ellas; si las mismas resultan afirmativas y si haces de éstas una práctica habitual, vas por buen camino.

¿Cuándo fue la última vez que fuiste a una charla? ¿Cuántos vídeos de oradores viste en YouTube este mes? ¿Cuál fue la última entrevista televisiva que miraste? ¿Cómo utiliza el lenguaje corporal tu jefe? ¿Recuerdas alguna anécdota personal que haya contado un profesor en clase? ¿Ves un acto político aunque no coincidas con su ideología?

oradoresPara ser un buen orador hay que saber observar y no sólo vídeos o documentales, es preciso participar de cuantas charlas te sean posibles, sean o no de tu área. Como lo decíamos en otro artículo, existen muchísimas capacitaciones gratuitas a las cuales puedes inscribirte, basta chequear los eventos de las redes sociales o sitios web como Evenbrite y filtrarlos por “gratuitos”.

Tu maestro de oratoria puede ser el mejor disertante de una conferencia, como así también el peor de esa misma reunión. Para ello deberás estar atento a su lenguaje corporal, a lo que dice y a cómo lo dice. Si está relacionado a tu campo laboral o de estudio, fíjate cuánto logra entusiasmarte. Si no está relacionado a tu área de interés, fíjate cuánto logras entender.

De lo bueno aprende y multiplica dando tu impronta. De lo malo aprende a no repetirlo.

 Por supuesto, si accedes a un congreso médico destinado exclusivamente a ese sector profesional, saldrás sin entender nada. Sin embargo, puedes familiarizarte con el ritmo y la cadencia que se usa entre los profesionales de la salud.

Al concurrir a una jornada de tu agrado, presta atención a las dinámicas que se emplea y si te sientes invitado a la acción: si levantas la mano, si participas y si transcurrido una semana o un mes la recuerdas, especialmente si aplicaste algo de lo aprendido.

Quien tiene la palabra justa es porque ha sabido escuchar, y quien resulta un buen orador es porque antes supo ser participante y observador.

Ser observador implica mirar con el ojo crítico y preguntarnos ¿cuánto de esto estamos haciendo? El lenguaje kinestésico como ser el recorrido del escenario del profesor ¿distrae, es equilibrado o revela autoridad? La proxémica o cercanía de un jefe ¿resulta avasallante o amistosa?, lo simbólico como el PowerPoint que utiliza un disertante ¿complementa o es ilegible?

Personalmente, siempre me costaron las matemáticas pero recuerdo que, con una maestra logré entender lo que tantas otras enseñaban en sus clases. Para poner ejemplos conocidos: historia argentina es para mí una materia densa de sucesos, personalidades y fechas, sin embargo es apasionante escucharlo a Felipe Pigna y lo mismo digo por Adrián Paenza y las matemáticas. Nunca fue el contenido, siempre fue el orador.

A continuación, para finalizar este artículo, una breve lista de oradores por donde puedes comenzar a agudizar “tu observación”, coincidas o no con sus ideas: Steve Jobs, Yokoi Kenji, Jürgen Klaric, Víctor Küppers, Titto Gálvez, Pilar Sordo. . .

Lic. Guadalupe Ortellado.-

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